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¿Hacia dónde van las flores corazón?: Pensamientos a partir del poemario EL DESEO DE PARTIR DE CRISTIAN RODRÍGUEZ

Luis Gutiérrez Aliste

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Kíltricas literarias

 

¿Por qué es que escribimos? Mientras leía los poemas del libro El deseo de partir de Cristian Rodríguez publicado este 2024 me ha saltado innumerables veces esa incógnita. ¿Existe un propósito detrás de cada palabra? ¿debemos siquiera exigirle algún propósito? Es difícil para mí determinar con plena exactitud lo que se esconde en los pensamientos de Cristian o de cualquier otro poeta, tampoco me es de mucho interés, la verdad, creo que los poemas deberían poder leerse por ellos solos, sin la necesidad de un explicante llamado escribiente o artista.


La pregunta entonces no está dedicada a un ser en específico, sino a uno prototípico, que pudiera explicar de alguna manera el fenómeno y dar luces, más o menos claras, de lo que buscamos los poetas al escribir. Posiblemente la tradición educativa y académica en algunos puntos, se ha dedicado a esquematizar la cuestión en la idea de la expresión, como si únicamente fuéramos monstruos destrozándose el corazón para gritar. No lo veo tan así. Si acaso esta fuera la razón, ¿para qué pensamos y meditamos con extraordinario ahínco el carácter de los versos? No me lo creo completamente, aunque tampoco me adhiero a los que ven únicamente estructuras del lenguaje moviéndose sin causa. No lo sé. Ambas me parecen explicaciones demasiado leves y en extremo ambiguas. No es que yo pueda brindar aquí la definición total de lo que esto refiere, pero planteo la pregunta. Quizás secretamente guardo mi propio sentir al respecto, pues he decidido reservarme aquello. Ya tal vez un día será tiempo para decirlo. (Sonríe con un poco de malicia, evidentemente el que escribe esto es un watón que escribe críticas para reírse).


La cuestión, sin embargo, me parece altamente necesaria de ser discutida. Ya encontraré un sitio en el que pueda intercambiar ideas al respecto, y en su caso, de ser posible, algunos puñetazos, aunque les advierto, soy malo para los combos, para que no se creen expectativas desproporcionadas.

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Hace tiempo no escribía una crítica literaria. No porque haya decidido abandonar de alguna manera el pensar los libros que leo, sino más bien por una cuestión de tiempo. Este fin de semana ha sido largo, cuatro días que cerraron octubre, y yo, al igual que Cristian, persona que no conozco (debo aclarar), soy profesor y entre estos tiempos benéficos para el descanso de la enseñanza, me he dedicado a leer su libro.


Llegué a conseguirlo primero por obra de la curiosidad, debo admitir que el título me interesó, El deseo de partir me sonó atractivo, y quizá conectaba con un anhelo personal. La portada me pareció muy bella, descrita brevemente, es una composición de flores sobre un fondo negro. Es un libro, como objeto, bastante elegante. No tengo nada de que quejarme en ese sentido, tanto en su composición visual, como en los materiales utilizados para su existencia son destacados. A demás que no fue caro, gracias a que Cristian es profesor en el colegio donde la hermana de mi amigo Dibujos Deperro estudia, pude contactar con él y lo recibí prontamente. Cuestiones innecesarias de contar, se dirán seguramente ustedes. Pero me parece interesante comentarlo, no porque tenga un motivo, sino para llevar un poco más el registro a un tono de testimonio.


No fue solo el título del texto, no vayan a pensar que me dejo llevar por las portadas, aunque muchas veces sí. Recuerdo haber visto en un fragmento de la presentación de este en alguna parte y al poeta leyendo uno de los poemas del libro, en específico Cuatro estaciones, y me gustó un verso “el arribo a una ciudad imposible”. Para los que me conocen y saben de mí, comprenderán sin mayor explicación mi interés por el texto en ese momento. La aparición de una ciudad imposible prometía un algo que podría ser provechoso para mis propósitos. De ahí que surgiera la búsqueda por conseguirlo.

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Ya he hablado demasiado quizás de las causas que me tienen ahora escribiendo esto. Disculpen. Me pondré en marcha hacia lo importante. Lo que pienso sobre el libro.


PRIMERA ADVERTENCIA: NO SOY UN TONTO


Esta crítica no explicará mi interpretación del libro. Problema que considero absurdo en el ámbito del comentario literario. Dejen eso para los ensayos, que este no es espacio para aburrir a la gente. (Digo eso como si hubiera gente todavía interesada en esto ríe disimuladamente).


Dicho eso, paso a decir lo siguiente:


El libro de Cristian no es para mí. Tiene cosas que me gustaron, claro, como lo de las ciudades imposibles, y otros versos similares. Sin embargo, siento que su poesía es demasiado personal para mi gusto y como no lo conozco no logro conectarme con la experiencia. Quizás otros lectores tengan más empatía, lo sé, y por eso comencé diciendo que no es para mí. Tiene poemas que no me gustaron para nada como 18 de octubre o Marco Aurelio en el pretorio, rescataría de ambos solo un verso “un mar de espaldas cada vez más grandes”, fuera de eso a mi parecer no tienen nada atractivo.


Hubo otros que me gustaron un poco más, en Cuatro estaciones, por ejemplo, hallo un poco más de universalidad y puedo comprender el sentir que subyace a las palabras. El poema Sobre un filósofo griego me cayó mal, lo sentí pretencioso, es mi parecer obviamente, no me gustó para nada. Hubo muchos sin embargo que leí sin ningún interés, ni despertaron alguna sensación en mí, me cruzaron por la mente con total indiferencia. Evidentemente este libro no es para mí. Me quedó con la idea de las ciudades imposibles rondando en mi cabeza. Me pregunto en este punto ¿Será necesario más que eso en un libro de poemas? ¿Un solo verso puede salvar por completo la poesía de un libro? No lo sé.


SEGUNDA ADVERTENCIA: SÍ SOY UN TONTO


La poesía es una cuestión de gustos – digo siempre para sanar un poco el corazón de quienes ataco. ¿Pero hacia dónde van las flores? ¿Qué pudrición les espera a los poemas? Tras leer este libro no me queda mucho que decir. No me logró conmover, ni me causó mayor interés. Fue para mí un texto aburrido, sin profundidad, con una sentimentalidad poco definida y superficial, o hasta fingida. Quizás el sufrir y el hastío que vi, no me parecieron lo suficientemente enormes o certeros como para causarme algo, estaban allí como para rellenar pensamientos, nada más.


Es un libro que está correctamente escrito, pero no me entrega algo que me sorprenda. Creo que no tiene mayor relevancia en el campo poético, (no es que esa fuera el propósito de escribir poesía, pero en eso me ha hecho pensar). No desperdicié mi dinero, es verdad, me ha servido para reflexionar en torno a algunas cosas del quehacer, y terminando ya, no soy quién para recomendar o no recomendar su lectura, cada quién verá.


No tengo nada contra Cristian, ni lo conozco la verdad, y somos colegas de oficio. No me hagan caso, la poesía es una cosa de gustos y soy más bien mañoso. No voy a decir más, porque el océano parece crecer de pronto y amenaza con llevarse mi vida, o quizás sea la culpa que me acechó de repente.


Eso chalupa, nos vemos en la próxima.


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